Artículo del Presidente del Centro Azucarero Argentino, Emb. Fernando Nebbia, publicado en la edición del domingo 25 de junio de 2017 en el matutino La Voz, de Córdoba
Demonizar no es el camino. Desde el punto de vista calórico, la propuesta de reemplazar el azúcar por otros productos en los alimentos resulta simplista.
La industria azucarera nacional observa con preocupación proyectos como el que se trata en el Concejo Deliberante de la Ciudad de Córdoba, que apuntan a limitar la oferta de azúcar invocando defender la salud de la población.
Es evidente que en el mundo han aumentado de forma notable la obesidad y el sobrepeso, así como sus consecuencias no deseadas, pero también que el azúcar fue demonizada como supuesto factor desencadenante, sin rigor científico alguno.
Es más, la Organización Mundial de la Salud reconoce que las enfermedades crónicas no transmisibles –entre ellas, el sobrepeso y la obesidad– son de carácter multifactorial, resultado de múltiples causas. Por ende, ningún alimento o nutriente puede ser señalado como único causante.
Entre los factores concurrentes, se incluyen el creciente sedentarismo y el consumo excesivo de alimentos de baja densidad nutricional. La obesidad y el sobrepeso son males de época que deben ser enfrentados con el compromiso de toda la sociedad.
La mejor herramienta no es la prohibición ni la demonización, sino la educación; en el caso de la obesidad, enseñando a comer, a elegir los alimentos de acuerdo con las necesidades y las condiciones de cada individuo; a difundir y crear condiciones para el desarrollo de la actividad física que compensa las calorías ingeridas. La industria azucarera aporta su compromiso instando, en todos los foros en los que participa, a un consumo responsable de los alimentos.
Entrando en los datos duros, según la tercera encuesta nacional de factores de riesgo para enfermedades no transmisibles, el sobrepeso afecta en nuestro país al 57,9% de la población. Pero, al mismo tiempo, el Food Balance Sheet 2016 de la FAO mostró que el consumo de alimentos en Argentina medido en calorías aumentó apenas 50 kcal/día entre 1961 y 2011 (1,6% en 50 años).
La misma fuente indicó que el consumo por individuo de azúcar pasó de contribuir 12,5% de las calorías/día consumidas en 1961 a 14,28% en 2011. Según registros del Centro Azucarero Argentino, ese consumo es similar en la actualidad. Medido en términos de calorías, dice la FAO, el incremento del consumo de azúcar fue de 60 kcal/día, sólo tres cucharaditas por día en 50 años o dos por ciento de las calorías totales.
En cambio, según fuentes oficiales, la evolución del sobrepeso y de la obesidad en Argentina aumento 22% entre 2005 y 2013, del 49% al 60%. No hay datos oficiales entre 1961 y 2005.
Paralelamente, lo que aumentó en forma significativa entre 1995 y 2015 es el consumo de edulcorantes no calóricos: 206%, según datos del Sistema María de la Aduana Nacional. Pasó de 230 mil toneladas equivalentes anuales de azúcar a 708 mil. Entre 2005 y 2013, creció 70%.
Desde el punto de vista calórico, la propuesta de reemplazar el azúcar por otros productos en los alimentos resulta simplista, pues el azúcar cumple más de 10 funciones en la elaboración, y el conjunto de sus eventuales sustitutos puede incorporar una carga calórica mayor.
Otro dato relevante de la encuesta nacional es el sedentarismo: 54,7% de los argentinos no realiza actividad física o la que realiza no es suficiente para satisfacer el mínimo recomendado. Esto marca la necesidad de brindar a la población más herramientas para fomentar una mejor calidad de vida.
Para ello, es fundamental tratar este tipo de información con un enfoque educativo, sin limitarse a culpar a alimentos o a nutrientes únicos, sino enviando mensajes que contribuyan a un consumo moderado y motivando la actividad física regular.
Reputados nutricionistas aconsejan no guiarse por “fundamentalismos” y volver a las cuatro leyes de la alimentación promulgadas por el doctor Pedro Escudero: calidad (incorporando todos los grupos de alimentos), cantidad (debe ser suficiente en calorías y nutrientes en función de cada persona), armonía (debe tener equilibrio entre los componentes y su proporción) y adecuación (según la cultura, la historia, la familia, la economía y la religión).
Por último, valga decir que atacar sin fundamentos serios al azúcar implica atacar a la economía regional más importante del Noroeste, que da trabajo a la mayor cantidad de familias de la región.
Fuente: http://www.lavoz.com.ar/opinion/demonizar-no-es-el-camino