Por Javier Preciado Patiño
“No es una guerra, simplemente nos atacan”. Así definen en la industria azucarera los embates que este producto alimenticio viene sufriendo en los últimos tiempos y cuyo origen lo ubican en la región de Cuyo, más específicamente en la cadena vitivinícola.
Y las armas utilizadas en este ataque serían dos: apuntar al azúcar como causa de la obesidad y entonces proponer un sistema impositivo que grave el uso del azúcar en beneficio de su sustitución por jugos naturales, donde el mosto (de uva) sería el principal beneficiario.
Una frazada corta. Según se evalúa en las provincias azucareras del NOA, el problema de la cadena vitivinícola es que un 30% de la producción de uva no va a vino sino a la producción de mosto (jugo). Y como el mercado internacional se derrumbó, la única opción viable es el interno. Pero acá se topan con el problema de que la industria de las bebidas sin alcohol (principalmente las gaseosas) utiliza el azúcar como principal edulcorante.
La propuesta, motorizada por legisladores de la región Cuyo, es elevar los impuestos internos de las gaseosas cuando utilicen azúcar con este fin y reducirlo cuando se lo sustituye con mosto. El fundamento sería prevenir la presunta obesidad generada por el azúcar.
En respuesta, los ingenios sostienen que no está probado que el azúcar sea la causa de la obesidad, menos en la Argentina, donde en los últimos 50 años, la dieta de los argentinos pasó de 3.100 a 3.150 calorías diarias, y donde la participación del azúcar es mínima.
Además señalan que si se aumentaran los impuestos internos a las gaseosas y otras bebidas analcohólicas, lo que pasaría sería una caída del consumo. “El efecto va a ser una torta que se achica. Además la industria de las bebidas no puede reemplazar alegremente el azúcar por el mosto en sus fórmulas, con lo cual lo que va a pasar es que va a caer el consumo de bebidas y ellos no van a poder vender más mosto. En síntesis, perdemos todos“.
Desde los ingenios creen que la cadena vitivinícola ha sacado “los pies del plato” al iniciar una muy agresiva campaña mediática contra el azúcar, amparada en la cuestión de la obesidad, y señalan que la coordinadora de la industria alimenticia (Copal), al igual que otras organizaciones empresarias (Came), no avalan los proyectos que legisladores cuyanos han presentado en esta línea. Uno de ellos es el de la senadora por Mendoza, Anabel Fernández Sagasti, que plantea el etiquetado de los alimentos para que el consumidor “se informe” sobre cuánta azúcar está ingiriendo con el producto y cuál es la ingesta recomendada. Mas directo, el diputado Luis Borsani, propone elevar los impuestos internos al 28% y desgravarlos a medida que más jugos concentrados utilicen, también aduciendo la cuestión de la salud más el desarrollo de las economías regionales.
Para el complejo sucro alcoholero, la industria de las bebidas representa aproximadamente el 20% del volumen que manejan. “Es tan importante como el azúcar vendida al consumidor, el bioetanol o la exportación”, sostienen.
Más allá de esto plantean la duda respecto de qué pasaría si el mercado internacional del mosto se recupera y vuelve a ser negocio exportarlo o, como pasó en esta campaña, una abrupta caída de la producción deja sin abastecimiento de mosto al mercado interno. “Sería más lógico analizar la situación del productor viñatero pequeño y asistirlo para el recambio de sus variedades”, estiman.
Fuente: www.javierpreciadopatio.com