Por Fernando Nebbia, Presidente del Centro Azucarero Argentino.
Existe un amplio consenso respecto a la inviabilidad de emplear el mosto de uva como sustituto de otros azúcares en el endulzado de bebidas gaseosas. Los diversos proyectos de ley propuestos por diputados mendocinos se basan en premisas falsas y en argumentaciones confusas.
Se invoca un beneficios a la salud, al reemplazar la fructosa por el mosto, cuando está científicamente probado que el mosto de uva es fructosa.
En rigor, la verdadera intención de todas esas propuestas es crear demanda para colocar un producto que no debió haber existido, al menos en los volúmenes actuales, y que es un derivado de la ineficiencia del sector vitivinícola. El mosto se obtiene de la uva de baja calidad, la que no sirve para vinificar.
Dado que a igual poder endulzante su precio es cinco veces superior al de los productos que se busca sustituir con él, para imponerlo se necesita de una modificación impositiva a las bebidas azucaradas para subsidiar el empleo de mosto. Naturalmente esto generará un encarecimiento de las bebidas con la consecuente reducción de su demanda y, por ende, de todos los insumos en su elaboración, incluida el azúcar. Las ventas de azúcar caerán en forma directa al ser sustituidas por mosto de uva como resultado de la distorsión generada por el impuesto y en forma indirecta como resultado de la disminución en la venta de gaseosas.
¿Es eso una solución? ¿A qué? No mejora ni mínimamente la cuestión de ingesta de calorías que dicen perseguir y, a la vez, el efecto de una medida semejante implicaría “desvestir un santo para vestir otro”. El paliativo que busca la economía regional cuyana para su ineficiencia mediante estos proyectos representaría un garrotazo para la economía regional del NOAya que atentaría contra su principal fuente de empleo y generación de valor. Esto ya ha quedado fuertemente evidenciado.
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